El vicepresidente de Venezuela defiende que no es necesario que el presidente se presente ese día y que podría hacerlo más tarde
Tiempo y polarización. Eso ha comprado este viernes por la noche el vicepresidente ejecutivo de Venezuela, Nicolás Maduro, en una entrevista especial difundida por los medios estatales en la que ha asomado, por primera vez, la que será la postura del Gobierno bolivariano ante las implicaciones jurídicas y políticas de la ausencia del presidente Hugo Chávez el próximo 10 de enero, fecha en la que debería jurar su tercer mandato ante la Asamblea Nacional.
De acuerdo a Maduro, los artículos 231 y 233 de la Constitución venezolana no prevén un caso tan particular como el del actual presidente en funciones —convaleciente en Cuba desde el 11 de diciembre, y dotado de un permiso para ausentarse de su cargo por 90 días que la Asamblea Nacional le concedió de manera unánime el pasado 10 de diciembre—, pero que por coincidencia es también el presidente electo que debe encabezar el nuevo Gobierno que se inicia el 10 de diciembre. “En el caso del presidente Chávez”, argumentó, “es un presidente reelecto y continúa en sus funciones y el formalismo de su juramentación podrá resolverse en el Tribunal Supremo de Justicia (…) en coordinación con el Jefe del Estado”.
Pero a la vez, durante la entrevista, Maduro buscó con insistencia atacar con lo que definió como la tesis “de la derecha”, un verdadero “golpe de Estado al presidente Chávez”, con la oficialización de su falta por incapacidad temporal o absoluta. Estirando la interpretación de la Constitución hasta hacer chirriar los goznes de la Carta Magna, Maduro recalcó que Chávez “es presidente en funciones, tiene su Gobierno constituido, y está con un permiso constitucional”.
En los últimos días la oposición asomó su disposición a acordar con el oficialismo en el seno de la Asamblea Nacional una falta temporal del presidente electo Chávez, lo que también ofrecería un lapso de al menos tres meses para aguardar una eventual reincorporación del actual mandatario mientras el presidente de la Asamblea Nacional quedaría a cargo de la primera magistratura de manera interina. Sin embargo, Maduro ha descartado esa posibilidad: “Las interpretaciones que intentan tomar desde la derecha el señor Aveledo o el señor Capriles están absolutamente traídas de los cabellos”, dijo, en alusión al coordinador de la opositora Mesa de Unidad Democrática (MUD) y de su más reciente candidato presidencial, respectivamente . Al poner el foco en las brechas con la oposición se buscaría unificar al bando oficialista, desmoralizado con la incertidumbre sobre la salud del presidente y amenazado por un cisma a mediano plazo que podrían generar en su interior las tensiones entre la facción del propio Maduro, nombrado sucesor de Chávez, y la liderada por Diosdado Cabello, actual presidente de la Asamblea Nacional
De hecho, las declaraciones de Maduro ocurren en la víspera de la sesión de la Asamblea Nacional en la que esta deberá instalarse para su primer periodo legislativo del año y nombrará su junta directiva, en la que con toda probabilidad Cabello quedará ratificado como presidente. La jornada debe ser una vitrina para el lucimiento de Cabello, quien convocó a los seguidores del chavismo a rodear este sábado la sede del Parlamento. “No debe quedar espacio para la conspiración opositora”, escribió en su cuenta de Twitter.
Se espera que en las próximas horas una decisión del Tribunal Supremo de Justicia, derivada de una jurisprudencia fechada en 2005, según la cual el acto del sufragio no se completa hasta que el funcionario electo asume su cargo, otorgue base jurídica a la postura gubernamental.
Así las cosas, quedaría en la capacidad de recuperación de Chávez su vuelta al poder en el plazo que disponga. Si, en cambio, su enfermedad desemboca en una incapacidad definitiva o la muerte, entonces se activarán los mecanismos de la transición.
De acuerdo a Maduro, los artículos 231 y 233 de la Constitución venezolana no prevén un caso tan particular como el del actual presidente en funciones —convaleciente en Cuba desde el 11 de diciembre, y dotado de un permiso para ausentarse de su cargo por 90 días que la Asamblea Nacional le concedió de manera unánime el pasado 10 de diciembre—, pero que por coincidencia es también el presidente electo que debe encabezar el nuevo Gobierno que se inicia el 10 de diciembre. “En el caso del presidente Chávez”, argumentó, “es un presidente reelecto y continúa en sus funciones y el formalismo de su juramentación podrá resolverse en el Tribunal Supremo de Justicia (…) en coordinación con el Jefe del Estado”.
Así se estaría ganando tiempo suficiente para que Chávez consiga recuperarse de su estado de salud “delicado”, según las informaciones oficiales tras su cuarta operación por un cáncer en la zona abdominal. De imponerse esta tesis, Chávez podría tomar juramento al estar dispuesto para ello y tal vez, según la lectura que se le dé, quede habilitado para seguir gobernando por decretos a distancia, tal como lo ha venido haciendo desde Cuba. Maduro no hizo referencia a quién sería la cabeza del poder ejecutivo durante el interregno que transcurriría entre el 10 de enero y el momento en que Chávez eventualmente juraría, pero lo esbozó cuando dijo que piensa “únicamente en Chávez como presidente”.
En los últimos días la oposición asomó su disposición a acordar con el oficialismo en el seno de la Asamblea Nacional una falta temporal del presidente electo Chávez, lo que también ofrecería un lapso de al menos tres meses para aguardar una eventual reincorporación del actual mandatario mientras el presidente de la Asamblea Nacional quedaría a cargo de la primera magistratura de manera interina. Sin embargo, Maduro ha descartado esa posibilidad: “Las interpretaciones que intentan tomar desde la derecha el señor Aveledo o el señor Capriles están absolutamente traídas de los cabellos”, dijo, en alusión al coordinador de la opositora Mesa de Unidad Democrática (MUD) y de su más reciente candidato presidencial, respectivamente . Al poner el foco en las brechas con la oposición se buscaría unificar al bando oficialista, desmoralizado con la incertidumbre sobre la salud del presidente y amenazado por un cisma a mediano plazo que podrían generar en su interior las tensiones entre la facción del propio Maduro, nombrado sucesor de Chávez, y la liderada por Diosdado Cabello, actual presidente de la Asamblea Nacional
De hecho, las declaraciones de Maduro ocurren en la víspera de la sesión de la Asamblea Nacional en la que esta deberá instalarse para su primer periodo legislativo del año y nombrará su junta directiva, en la que con toda probabilidad Cabello quedará ratificado como presidente. La jornada debe ser una vitrina para el lucimiento de Cabello, quien convocó a los seguidores del chavismo a rodear este sábado la sede del Parlamento. “No debe quedar espacio para la conspiración opositora”, escribió en su cuenta de Twitter.
Se espera que en las próximas horas una decisión del Tribunal Supremo de Justicia, derivada de una jurisprudencia fechada en 2005, según la cual el acto del sufragio no se completa hasta que el funcionario electo asume su cargo, otorgue base jurídica a la postura gubernamental.
Así las cosas, quedaría en la capacidad de recuperación de Chávez su vuelta al poder en el plazo que disponga. Si, en cambio, su enfermedad desemboca en una incapacidad definitiva o la muerte, entonces se activarán los mecanismos de la transición.
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