La sangre que corrió en abundancia en Kiev ayer evidenciaba cuán inestable había sido la tregua de 15 días propiciada por la amnistía aprobada por el parlamento de Ucrania. El plazo de la amnistía concluyó el lunes y mientras duró, las fuerzas del orden público liberaron a los detenidos en los enfrentamientos anteriores; los manifestantes, a su vez, desalojaron, algunos a regañadientes, el Ayuntamiento de Kiev y llegaron a abrir un corredor que rompía el bloqueo al barrio gubernamental.
Muchos llegaron a creer que tal vez se pudiera evitar la violencia e incluso que había que prepararse para un pulso maratoniano de varios meses. La situación el lunes era tan distendida que un selecto elenco de politólogos, periodistas y sociólogos ucranios pudieron por fin desplazarse a Moscú para dar a conocer a los intelectuales y periodistas de la capital rusa sus opiniones y versiones de unos hechos que los medios propagandísticos al servicio del Kremlin deforman sistemáticamente. El lunes se supo que el presidente ruso, Vladímir Putin, condecoró a uno de los propagandistas más agresivos, Dmitri Kisiliov, con una alta distinción del Estado. Kisiliov se ha hecho cargo de la agencia Ria-Novostí, entidad que se había ganado con mucho esfuerzo una reputación profesional como medio informativo.
A este periodo de distensión entre manifestantes y autoridades de Ucrania se puso fin ayer por la mañana, día de sesión parlamentaria, en el que se esperaba que la Rada Suprema procediera a debatir el proyecto para restablecer la Constitución de 2004 que recortaría los poderes del presidente a favor del parlamento. La Constitución actual, de 2010, es de corte presidencialista. Sin embargo, el documento que permitía hacer el tránsito de una constitución a otra, tal como deseaban los partidos de la oposición, no fue registrado a trámite por los burócratas parlamentarios.
Los juristas independientes contemplan con escepticismo todas estas manipulaciones con la Constitución, pero la política ucrania tiene una gran tradición de ingeniería legislativa. Para presionar sobre la Rada, los manifestantes de la plaza de la Independencia se encaminaron hacia la sede del Parlamento. Hasta que se toparon con uno de los cordones de seguridad formados por agentes del Ministerio del Interior y de las fuerzas de intervención especial, las Berkut, que no les dejó pasar. Este trato contrasta con el que reciben los manifestantes antimaidán (a favor de Yanukóvich) que el Partido de las Regiones (PR) traslada en autobús y que se explayan junto al Parlamento, protegidos por la policía.
Las versiones sobre quién comenzó primero difieren. La policía y los manifestantes procedentes del Maidán se acusan entre sí. Fuera como fuera, volvieron a volar los cócteles molotov, golpearon los palos, hicieron explosión las bombas de gas y de nuevo volvió la violencia, esta vez más furiosa que a fines de enero, cuando dos personas perecieron en los enfrentamientos en la calle Hrushevskogo. La multitud cada vez más exaltada asaltó y quemó los locales del PR, tras esparcir por el suelo todos los documentos que encontraron en esas dependencias, situadas en el barrio del Gobierno. Los diputados del PR abandonaron el edificio de la Rada. Los servicios de seguridad del parlamento reforzaron las puertas de la Rada y se prepararon para un posible asalto. Varios diputados fueron golpeados en las cercanías del Legislativo.
Fuente: El País 19/02/2014
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