La sangre que corrió en abundancia en Kiev ayer evidenciaba cuán inestable había sido la tregua de 15 días propiciada por la amnistía aprobada por el parlamento de Ucrania. El plazo de la amnistía concluyó el lunes y mientras duró, las fuerzas del orden público liberaron a los detenidos en los enfrentamientos anteriores; los manifestantes, a su vez, desalojaron, algunos a regañadientes, el Ayuntamiento de Kiev y llegaron a abrir un corredor que rompía el bloqueo al barrio gubernamental.
Muchos llegaron a creer que tal vez se pudiera evitar la violencia e incluso que había que prepararse para un pulso maratoniano de varios meses. La situación el lunes era tan distendida que un selecto elenco de politólogos, periodistas y sociólogos ucranios pudieron por fin desplazarse a Moscú para dar a conocer a los intelectuales y periodistas de la capital rusa sus opiniones y versiones de unos hechos que los medios propagandísticos al servicio del Kremlin deforman sistemáticamente. El lunes se supo que el presidente ruso, Vladímir Putin, condecoró a uno de los propagandistas más agresivos, Dmitri Kisiliov, con una alta distinción del Estado. Kisiliov se ha hecho cargo de la agencia Ria-Novostí, entidad que se había ganado con mucho esfuerzo una reputación profesional como medio informativo.