lunes, 29 de abril de 2013

Why We Fight (Por qué luchamos)

Frank Capra fue llamado a Washington para darle el encargo de realizar una serie de siete documentales que llevarían el título genérico de ¿Por qué luchamos? (Why we fight?). Se sabe que Capra, antes de acometer tal tarea, estudió con gran atención los documentales rodados por Leni Riefensthal y si bien se dice que inicialmente se sintió desanimado ante los logros de aquella, está claro que supo tomar buena nota de las técnicas utilizadas puesto que tanto La batalla de Rusia (The battle of Russia,1943) como La guerra llega a los Estados Unidos (War comes to America,1945) utilizan sabiamente la mezcla de material documental con material de ficción para conseguir los fines patrióticos propuestos, constituyéndose así en representaciones de la América de la época pero que son, por ello, más reveladoras que ninguna otra cosa acerca del sentir y el pensar de la época.



Esta producción destacó como mecanismo de propaganda a favor de los intereses de Norteamérica y como método de formación destinado a los soldados del ejército estadounidense durante su implicación en la segunda Guerra Mundial. Se trataba de mantener y asegurar la resistencia física y mental de las tropas, de demostrar a los soldados estadounidenses la razón de la participación de este país en la guerra. En este sentido el propio general Marshall propulsó la creación de un organismo que se llamaba Moracle Service Division y que posteriormente pasó a denominarse Information and Education Division. Poco después, también se le mostró a la población civil para convencerles que debían apoyar la intervención norteamericana en la guerra.


Wo wir sind da geht's immer vorwärts
Und der Teufel, der lacht nur dazu
Ha, ha, ha, ha, ha, ha
Wir kämpfen für Deutschland
Wir kämpfen für Hitler

Der Rote kommt niemehr zur Ruh'.

Donde estemos, iremos siempre adelante
Y el diablo sólo ríe:
Ja, ja, ja, ja, ja!
luchamos por Alemania
luchamos por Hitler
Los rojos nunca tendrán descanso

(SS marschiert in Feindesland fue una canción de marcha del III Reich utilizada por su fuerza militar de élite, las Waffen SS)


En  Prelude to War, tras las palabras introductorias de Marshall, la voz en off del narrador lanzaba la pregunta que daba título a toda la seria: ¿Por qué? –nosotros los estadounidenses- luchamos? (Why We Fight). Pero, rápidamente, esta pregunta general se concretaba en una retahíla de otras preguntas:
“…. las causas y los acontecimientos que nos condujeron a entrar en guerra ¿cuáles son estas causas? ¿por qué desfilan de uniforme los soldados estadounidenses? Es debido a Pearl Harbor. ¿Por eso combatimos? ¿O es debido a Gran Bretaña, Francia, China, Checoslovaquia, Noruega, Polonia, Holanda, Grecia, Bélgica, Albania, Yugoslavia o Rusia? ¿Qué nos impulsó a cambiar nuestra forma de vida? ¿Qué convirtió nuestro país en un enorme arsenal dedicado a la fabricación de armamento? ¿Qué nos impulsó a combatir en todos los continentes, en todos los mares?"

Esta construcción retórica a partir de diversas preguntas sugiere una voluntad didáctica que permite remitirnos a la apuesta que lanzó Marshall, para intentar cambiar los métodos de “ordeno y mando” que regían tradicionalmente la formación de la tropa. Las interrogaciones que pueblan los siete documentales aventuran una dinámica basada en la discusión, en el contraste de opiniones.


POR QUÉ LUCHAMOS.
"Algún día habré de explicarte por qué combatimos". Esta enigmática frase es puesta varias veces en boca de Asterix por su creador, Goscinny, pues Obelix no parece entender que pueda haber ninguna causa seria tras lo que a él le parece una simple diversión, arrear mamporros a los infortunados legionarios de Roma. ¿Por qué luchamos? Dijo Nietzsche que las ideologías no eran sino las chispas que saltaban con el chocar de las espadas encendidas. En esa visión trágica de la condición humana, cuyo secreto destino es combatir eternamente sin la posibilidad de ilusionarse con un final de la violencia, no parece dar respuesta a la pregunta de Obélix: El conflicto es el trasfondo de un escenario en el que la paz es sólo una vana esperanza, la pausa con la que, ilusos, celebramos una victoria cuyos efectos son caducos, una pax augusta que tan solo es lo que precede a nuevos estallidos.

domingo, 28 de abril de 2013

El estudiante que salvó al mundo de la austeridad

Las políticas de recortes del gasto se basan en este estudio erróneo

Nueva York 28 ABR 2013

 
Los profesores de Harvard Kenneth Rogoff y Carmen Reinhart. / M. F. Calvert


“Es exagerado hacer la comparación, pero acepto la analogía porque es cierto que se están adoptando políticas a partir de premisas que son falsas”. Quien habla es Thomas Herndon, el estudiante de 28 años que, en su camino para sacarse un doctorado en Economía en la Universidad de Massachusetts, ha desenmascarado la mentira macroeconómica más significativa de los últimos años, y sobre la que EE UU y Europa se han apoyado en su campaña por la austeridad fiscal y el recorte drástico del gasto.
Herndon cuenta que se frotaba los ojos al cruzar los datos de su trabajo ordinario de carrera con los del hipercitado informe de los profesores de la prestigiosa Universidad de Harvard Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff. Los errores eran básicos. De hecho, al principio pensó que el equivocado era él. No podía ser que dos reputadas eminencias hubieran podido pasar por alto cosas así.

miércoles, 24 de abril de 2013

Los jueces de Alicante paralizan los desahucios un mes

Los demandados tendrán un plazo de treinta días para acreditar ante el juzgado los supuestos casos de abusos

24.04.2013 | 10:41 

Los jueces del partido judicial de Alicante acordaron ayer paralizar todos los procedimientos de desahucio que tienen en marcha para que los afectados acrediten si hay cláusulas abusivas en su hipoteca, según informaron ayer fuentes del Palacio de Justicia de Benalúa.

sábado, 20 de abril de 2013

La ducha fría (Opinion, El Pais)

Según la ministra de Trabajo, Fátima Báñez, no cabe hablar de emigración, sino de “movilidad exterior”

Cuando España entró en el club de los nuevos ricos, y no importaba el color del gato sino que cazase ratones, nuestros emigrantes pasaron a ser denominados de forma oficial “residentes ausentes”. Con inquietud metafísica, un encofrador gallego en los Alpes suizos me confesó: “Ahora ya no soy emigrante, soy un residente ausente. Estoy, pero no estoy”. El “voto emigrante” pasó a la categoría de voto de los “residentes ausentes”, de tal manera que incluso algunos difuntos se animaron a votar. Ahora que todos los gatos son pardos, de España sale otra gran oleada de gente joven y menos joven a la conquista del pan. Pero ni siquiera pueden identificarse con la condición tan honrosa de “emigrantes”. Según la ministra de  Trabajo, Fátima Báñez, no cabe hablar de emigración, sino de “movilidad exterior”. Así, la emigración es presentada como una variante del turismo. Si el encofrador y el esquiador Bárcenas se cruzan por casualidad a la altura de una hermosa lavandería suiza, en realidad su situación es la misma: ambos están allí por razones de “movilidad exterior”. Por un idéntico impulso aventurero. Tenemos unos cuantos cientos de miles de nuevos movilizados en el Exterior. Dado que hay millones de inmovilizados en el Interior, es posible que se incremente esta tendencia a la deriva situacionista en nuestros jóvenes, y que la ministra de Trabajo, en ejercicio de sus dotes poéticas, proponga la figura del “interno externalizado”. En cierta forma, según las estadísticas, casi todos empezamos a sentirnos externalizados. Estamos y no estamos. La gente anda por las calles con un aire ido, de movilidad exterior. Y además el Gobierno está muy enfadado con los ciudadanos, como demuestra el anuncio de la ducha fría de Arias Cañete. Aquí hay mucho vicio. Nos hemos duchado por encima de nuestras posibilidades. Cualquier día nos echan a todos con un carné de “residentes ausentes” en los dientes.

miércoles, 10 de abril de 2013

Muere el escritor y economista José Luis Sampedro




De la asamblea del 15-M de Chamberí (su barrio madrileño), al Ministerio de Cultura (que en 2011 le concedió el Premio Nacional de las Letras); de los vecinos anónimos de Mijas (donde pasaba parte del invierno) a sus ilustres colegas de la Real Academia Española (que en 1991 le vieron ocupar el sillón F), pocas veces un intelectual español habrá sido tan llorado en sitios tan  distintos como José Luis Sampedro.


Novelista y economista, referente para los críticos del capitalismo salvaje y profesor de varios ex ministros de Hacienda, el autor de Octubre, octubre y Realidad económica y análisis estructuralmurió en su casa de Madrid el domingo pasado, pero la noticia solo se ha conocido hoy, cuando sus restos ya habían sido incinerados.
Sampedro tenía 96 años y ninguna gana de protagonizar “el circo mediático en torno a la muerte de los famosos”, según explicó Olga Lucas, su viuda y colaboradora en los últimos años y en los últimos libros —de Escribir es vivir a Cuarteto para un solista, su despedida de la ficción, publicada en 2011—, la mujer que, decía el escritor, hizo que su moribundez fuera “muy satisfactoria”. “Nos dijo que quería beberse un Campari”, contó Lucas sobre los últimos momentos del escritor, “así que le hicimos un granizado de Campari. Me miró y me dijo: ‘Ahora empiezo a sentirme mejor. Muchas gracias a todos’. Se durmió y al cabo de un rato se murió”.

¡Nos están apuntando…!



El día que mataron a José Couso no escribí ni una sola línea. Ni un solo apunte. Todo fue tan vertiginoso y tan tremendo, que no me dio tiempo. El 8 de abril de 2003 es para mí una hoja en blanco desde que a primera hora de la mañana un tanque nos metiera un obús en la habitación y matara a José. La última frase en mi cuaderno es del día anterior: “Los Marines siguen ahí. Un grupo ha tomado un barracón y descansan apoyándose contra la pared. Están lejos, pero se les ve a simple vista. Parecen jóvenes. Uno de ellos se entretiene tirando piedras de manera melancólica al misterioso río Tigris…”.